Solo
ha sido una pausa reconstituyente: una semana en Madrid y tres en
Italia, un masaje para el alma y para el cuerpo antes de regresar a
las movidas pistas latinoamericanas. Todo fluyó tan fácil y
perfecto como un tren en sus rieles.
MADRID PARA LAS FIESTAS
Para
empezar, llegamos al aeropuerto de Madrid justo algunos minutos
después de Andrea y Luis, queridísimos amigos de El Salvador. Si
quisiéramos hacerlo a posta no lo hubiéramos logrado. Por eso los
abrazos empezaron ya desde el aeropuerto y continuaron por los cinco
días siguientes sin otras interrupciones que las necesarias para
ingerir litros y litros de vino tinto, sabrosas aceitunas ibéricas y
quesos curados.
Eran los días antes de la Navidad y Madrid, que es
una de las ciudades con más bares por metro cuadrado, estaba llena
de luces y colores: las calles hervían de grupos de mujeres
cantando, haciendo las palmas e improvisando coros y pases de
flamenco; los bares rebozaban de gente de todas las edades.
Sin
embargo la crisis económica hacia de contrapase a la fiesta: justo
en esos días el gobierno español estaba aprobando una ley para
privatizar la sanidad pública y miles de personas protestaban con la
bata blanca en Madrid. Me cayeron un par de lagrimas al ver las
mujeres de la edad de mi madre distribuir folletos y protestar por
las calles. Son unos hijos de puta.
En
Madrid estaban también Pamela e Ivan, Vicente, Xavi, Ana, personas
cuyo lugar en nuestros corazones es inconmensurable.
Descubrimos
además que algunos de sus amigos, a pesar de no conocernos
personalmente, son aficionados de la Cooperativa Banana y siguen
nuestras aventuras en el blog. Todos nos apapacharon con comidas,
paseos, brindisis, masajes shatzu y otros detalles más.
TODO MADE IN ITALY
A
pesar de algunos temores nuestros, en Italia también todo corrió
rápido y sin problemas. Hicimos una lista de los mejores momentos
que vivimos.
- Ser investidos por el viento helado de Bolonia y no recordar hace cuantos años que no tu cuerpo no estaba expuesto a semejante temperatura.
- Nuestros padres y madres que nos esperan trepidantes en el andén de la estación: encontrar que su amor es siempre cálido y presente (como la lasaña que no tienen en casa!).
- Las caras de mis compañeras de bachillerato cuando contaba de las limpias de la curandera ecuatoriana.
- La mesa de Navidad, los juegos, la discusión familiar si comer los tallarines con mariscos antes o después de la lasaña.
- Massi con el traje de Papá Noel que reparte regalos a sus sobrinos pequeños y puñetazos a los más grandes.
- Ver Berlusconi todos los días en la tele y saber que vives en un país que no está gobernado por él.
- Nuestra cara cuando nos dijeron el precio de la entrada al cine.
- Siestas espectaculares en el sofá de la casa.
- Descubrir con placer y a veces con terror que ciertas cosas no cambian nunca.
- El abrazo de todos los amigos y todas las amigas y su emoción al despedirnos.
- Hacer guerra de bolas de nieve en la entrada del aeropuerto. Descubrir con mucha alegría que tu avión es el único que no ha sido cancelado por nieve.
La Cooperativa Banana regresa a la cancha!
En
Madrid y en Quito también todo fluyó espectacular. En Madrid
estubimos en la casa de Maca, mujer maravillosa; en el bar a lado de
la casa encontramos por casualidad Egly, amiga salvadoreña; hicimos
el viaje de regreso a Quito juntos con Bea, amiga española exportada
en Ecuador.
En
Quito estubimos el tiempo necesario para resolver algunos asuntos
burocraticos, despedir los amigos y amigas y luego 17 horas de bus
hacia Piura, Perú.
Allí estaba nuestra Banana, en perfecto estado y
con su sonrisa perfecta, que arrancó enseguida pues ya tenía ganas
de volver a las rutas!
En
fin, cuando todo fluye tranquilo como un arroyo en un jardín
japonés, saber por cierto que estas en el lugar correcto en el
momento correcto.
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