viernes, 13 de enero de 2012

Compartiendo con los Kunas Ayalas

¿DÓNDE ESTÁ LA CARRETERA?

¿Sabían que entre Panamá y Colombia (es decir, entre Centroamérica y América del Sur) no existe ninguna carretera? Io confieso que no lo sabía. El problema no es el Canal de Panamá, él que une los dos océanos y que se puede fácilmente cruzar en modernísimos puentes. El nudo está en el Tapón de Darién, un istmo de 100 kilómetros de bosque que jamás ha sido atravesado por el asfalto.

¡Qué curioso! El asfalto ha deforestado la Amazonía, hay calles bajo el mar y túneles bajo cualquier montaña. ¿Por qué en la mitad del continente americano los GPS se enloquecen?  La respuesta no la conozco pero puedo comentar algunas de las consecuencias prácticas: la Banana ha tenido que zarpar dentro de un contenedor por el modesto precio de 800 dólares + impuestos así como todas las mercancías que viajan de norte hacía el sur y del sur hacia el norte, pero también las que viajan de este a oeste y de oeste a este!!!

Massi, Ana y yo tuvimos que elegir entre pagar un vuelo o aventurarnos por mares e islas olvidadas (ver cuento siguiente). ¡La falta de una carretera es un negocio redondo! Creo que las consecuencias del Tapón de Darién sobre los tráficos de seres humanos, drogas y armas no las podemos ni siquiera imaginar. En la era de la globalización, entre Colombia y Panamá Eduardo Galeano tendría un ejemplo más de su “mundo patas arribas”.

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NOTA: el leguaje que usamos es sexista. Habría que inventar palabras que incluyan a ellos y ellas en otro término diferente. Desde esta reflexión y para no seguir contribuyendo al mismo esquema, en lugar de utilizar el masculino para incluir a las mujeres o de utilizar los/las, usaré el femenino para referirme a personas (hombres y mujeres). Me dirán si les gusta esta novedad del 2012.

DECISIONES MOJADAS
¿Cielo o mar? ¿Aire o agua? Nos ha costado bastante tomar la decisión sobre cómo cruzar de Panamá a Colombia: ¿una hora de cómodo vuelo o un número indefinido de días por los mares, rebotando entre una conjunto de islas tan chiquitas que no aparecen en los mapas?
Adivinen la respuesta...

Embarcada la furgoneta en un contenedor desde Colón, puerto panameño de mala fama, hemos alcanzado un pequeño muelle en la Bahía de San Blas. Esta zona es una reserva natural de casi 400 islas, algunas minúsculas, entre las aguas cristalinas del mar del Caribe, una comarca donde viven las indígenas Kuna Ayala.  

 En el muelle de San Blas, el 24 de diciembre había un vaivén impresionante: todas parecían saber que hacer, excepto nosotras y un grupo de otras extranjeras que resultan ser italianas. Maletas, mercancías e indígenas: una lancha se llenó de personas pero, de pronto y sin motivo aparente, todas se bajaron para encaramarse en otra; toneladas de pollo congelado y latas de cerveza surcaban las olas para alegrar la navidad indígena; varios yates y veleros de lujo transportaban las turistas adineradas hacia unas islitas preciosas. Después, silencio! Todas las lanchas se habían ido y habíamos quedado solas, seis italianas, preguntándonos en qué nos habíamos equivocado. En ese momento, aparece una lancha que va hacia el sur y arriba toda la banda!  



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EL VIAJE DE LA DIVERCIÓN
Nosotras ganamos los asientos en primera fila: al inicio el viaje entre las islas era encantador pero, al salir al mar abierto, el juego se puso duro. A cada ola nos llegaban guacaladas (*baldes) de agua que era necesario escupir el agua para poder charlar con el vecino; Massi lloraba en idiomas desconocidos mientras su espalda se molía vértebra por vértebra, por los golpes del barco; atrás de nosotras, las indígenas Kuna reían y gritaban felices como en las montañas rusas; el capitán, parecido a Hugo Chavez, miraba el horizonte y manejaba el barco con una mascara de buzo y, a su lado, las otras italianas tenían un color verde cada vez más preocupante. Cuando, ya totalmente empapados, Davide, mi vecino de asiento, dijo: “Lo bueno es que el agua está tibiecita!” nos dio un ataque de risa histérica hasta llegar a destino: la isla de Caledonia.  



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EN LA ISLA DE CALEDONIA

En la isla de Caledonia había un velorio y todo el mundo esperaba la llegada de nuestra embarcación; el muelle estaba lleno de indígenas con su vestimenta típica, una imagen digna de la película Mission.  Las mujeres visten con un pareo colorido y en la cintura lucen un pañuelo bordado a mano; brazos y pantorrillas son decoradas con chaquiras de colores, llevan una bincha roja en el pelo y pintan una linea vertical entre la frente y la punta de la nariz. Muchos hombres visten de la manera occidental pero el vestido típico está compuesto por una camisa de mangas largas verde o azul intenso, un sombrero y pantalón negro al estilo Jackson Five. Para completar el cuadro surrealista, en el muelle entre los indígenas había dos japoneses también! Poco después estábamos frente a un plato de pulpo y plátano frito, por fin con ropa seca!

Más sorpresas nos esperaban: esa noche había un velorio de un anciano de la comunidad, muerto a los 82 años. Después de la cena me meto en la choza más grande de la isla donde todo el pueblo estaba reunido en la oscuridad: el muerto estaba acostado en un hamaca, la viuda cantaba una canción triste en lengua kuna, se quemaba sahumerio por todas partes. Algunas mujeres se sientan a mi lado y empiezan a explicarme sus tradiciones: no es posible llorar porque los espíritus negativos se quedarían en la isla; el duelo se expresa cantando y cada persona por turno improvisa una canción que cuente de los momentos vividos juntas. En este caso la viuda agradecía al muerto por haber vivido tantos años y no haber dejado huérfanas a sus hijas. 





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CELEBRANDO CON LAS KUNAS

En Cartí, otra isla donde habíamos estado la noche anterior, la fortuna quiso que pudiéramos participar en la celebración de la primera menstruación de una muchacha. Es un gran evento, amigos y familiares llegan desde las otras islas. A la chica se le corta el pelo por primera vez en su vida y la familia prepara chicha para todas. Allí también nos metimos en la fiesta de paracaídas! Todas fumaban y tomaban un montón, incluyendo las mujeres que se abrazaban y reían bien borrachas. Mi recibida fue grandiosa: pocos minutos después un viejito embriago se durmió en mi hombro y me hizo sentir perfectamente integrada en la comunidad!


                  Más tarde bailamos! - dicen.
                  Bien! ¿Y a qué hora empieza la música? - pregunto.
                  ¿Qué música?
                  La música para bailar – contesto.
Se echan a reír y contestan – Noooo! Nosotras Kuna Ayala bailamos sin música!!!
Efectivamente, cuando se pone oscuro, empiezan a bailar en círculos, de la mano: el ritmo lo marcan con las manos y con sus propios pasos, mientras tanto unas viejitas cantan en el medio del circulo.

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EN ALTA MAR
(O SEA, LAS PREGUNTAS DIFICILES...)
Este es un inolvidable regalo. El equilibrio de las Kuna Ayala es muy frágil; mirarlos es como hojear un libro tan delicado que sus páginas se deshacen bajos las manos. Aquí las niñas no piden monedas, ni regalos: entonces aún existen lugares no contaminados! ¿Cómo se defenderán las Kunas del turismo masivo que empieza a llegar? ¿Y del consumismo que trae la televisión? Al turista le dicen que se lleve su basura pero ¿quién creen aún en el cuento del “turismo responsable”? Son preguntas para las cuales las mismas Kunas buscan una respuesta. En la noche, en mi hamaca cierro los ojos y me veo otra vez en alta mar.

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AGRADECIMIENTOS
Es el momento de los agradecimiento y esta vez sí los agradecimientos se extienden a muchísimas personas: sí, porque si logramos cruzar de Panama a Colombia fue realmente por la amistad y el apoyo de muchas, muchas de ustedes, desde México, hasta Costa Rica, pasando por El Salvador y Nicaragua. En Las Peñas (Panamá) mandamos un gran abrazo a toda la familia Ruiz, especialmente a Irina e Inti, por su apoyo, enseñanzas y por sonreír tanto.


Un agradecimiento especial va a Pamela Palenciano, mujer valiente, y a su proyecto "No sólo duelen los golpes" contra la violencia machista. 







También gracias a la tía Juana por su aporte al Proyecto Banana. Es lo más lindo cuando las amigas nos apoya para la realización de nuestro sueño!